“Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado” (Mt 28, 18-20).

Jesús envía a sus apóstoles que significa alguien que es enviado por todo el mundo a llevar la Buena Nueva y es así como el Evangelio se propago en los inicios. Al principio se difundió de forma oral mediante la llamada Tradición pero luego la Iglesia naciente a medida que fue desarrollándose promulga la Biblia y en conjunto con el Magisterio de la Iglesia llevan hasta el día de hoy el Evangelio a todos los lugares del orbe.

La Iglesia Católica tiene un código de Derecho Canónico (CIC) que es el conjunto de normas jurídicas que regulan la Iglesia. Este código establece entre otros aspectos derechos y obligaciones de los fieles. El código nos dice que “todos los fieles tienen el deber y el derecho de trabajar para que el mensaje divino de salvación alcance más y más a los hombres de todo tiempo y del orbe entero” (CIC 211). Esto señala que todos los fieles debemos trabajar también para que el Evangelio llegue a donde no haya llegado.

El código dice en otro lugar que “Los fieles tienen derecho a fundar y dirigir libremente asociaciones para fines de caridad o piedad, o para fomentar la vocación cristiana en el mundo; y también a reunirse para procurar en común esos mismos fines” (CIC 215). El fiel católico puede fundar y dirigir grupos de apostolado para promover el desarrollo de la vocación cristiana en el mundo.

Además, el código establece que “los laicos… están destinados por Dios al apostolado, tienen la obligación general, y gozan del derecho tanto personal como asociadamente, de trabajar para que el mensaje divino de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres en todo el mundo…” (CIC 225 §1). Lo cual significa que todos estamos llamados a ser apóstoles. Al respecto el recordado Papa San Juan Pablo II en muchas ocasiones decía que fuéramos apóstoles de la Divina Misericordia El Rev. George Kosicki (2006) escribe que San Juan Pablo II nos ha enviado con el encargo de ser testigos de la misericordia del Señor mediante nuestras vidas y mediante nuestra proclamación de la misericordia del Señor.

Todos los laicos tienen el derecho y el deber de recibir conocimiento “Para que puedan vivir según la doctrina cristiana, proclamarla, defenderla cuando sea necesario y ejercer la parte que les corresponde en el apostolado… de acuerdo con la capacidad y condición de cada uno” (CIC 229 § 1). Esto significa que el conocimiento a impartir debe considerar aspectos didácticos que consideren la capacidad intelectual y edad del individuo, esto es uno de los aspectos que el Ministerio de la Divina Misericordia tiene muy presente. 

Por otra parte, Dios inspira al fiel cristiano para que lleve a cabo planes que sólo Él conoce, de allí que en el año 2003 en el Barrio Puerto Rico Parroquia Nuestra Señora de Lourdes de la ciudad de Maracaibo, Venezuela, nace el Ministerio de la Divina Misericordia cuyo objetivo es dar a conocer la devoción y cumplir con la obra de Evangelización como actividad misional de la Iglesia Católica. Para ello nos cimentamos en la responsabilidad que tenemos como laicos los fieles católicos en la tarea de evangelizar. Así, el Código de Derecho Canónico establece que “Como, por su misma naturaleza, toda la Iglesia es misionera, y la tarea de la evangelización es deber fundamental del pueblo de Dios, todos los fieles, conscientes de su propia responsabilidad, asuman la parte que les compete en la actividad misional” (CIC 781). Somos emplazados a Evangelizar porque los fieles cristianos “son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo” (CIC 204 §1).

El Ministerio de la Divina Misericordia nace inspirado en los escritos de Santa María Faustina (vidente y apóstol de la Divina Misericordia) los cuales fueron analizados científicamente por el Teólogo P. Ignacy Różycki, este distinguió 5 formas de culto entre las cuales se encuentra la propagación de la devoción a la Misericordia de Dios, él se basó en la siguiente cita del diario escrito por Santa Faustina: “A las almas que propagan la devoción a Mi misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas el Juez, sino el Salvador Misericordioso” (Diario, 1075).

En el Ministerio nos consideramos apóstoles de la Divina Misericordia y en consecuencia enviados por San Juan Pablo II; además, nos amparamos en el artículo del código de Derecho Canónico que establece: “Existen en la Iglesia asociaciones distintas de los institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostólica, en las que los fieles, clérigos o laicos, o clérigos junto con laicos, trabajando unidos, buscan fomentar una vida más perfecta, promover el culto público, o la doctrina cristiana, o realizar otras actividades de apostolado, a saber, iniciativas para la evangelización, el ejercicio de obras de piedad o de caridad y la animación con espíritu cristiano del orden temporal” (CIC 298 § 1). El Ministerio de la Divina Misericordia es una agrupación formada por laicos que valiéndose de la tecnología actual busca promover el"Perfeccionamiento Católico" entre los fieles de todo el mundo de habla castellana para que puedan tener una vida más perfecta acorde con lo que enseña la Iglesia.     

En ese orden de ideas, en 2002 el autor (*) de los contenidos de los cursos ofrecidos en este sitio web comenzó a escribir tópicos relacionados con la devoción a la Divina Misericordia, estos escritos los iba distribuyendo entre los fieles católicos como una forma de enseñar y propagar diversas doctrinas de la Iglesia relacionándolo en torno a la Misericordia de Dios su mayor atributo según lo expresara Santa Faustina en su diario. La diversidad de tópicos tratados fueron inspirados indudablemente por Jesús Misericordioso y en los escritos del diario de la santa.

Los primeros escritos fueron compilados en un libro que se tituló: Itinerario de la vida del católico” cuya primera versión sale en 2005, esta edición contenía muchos de los tópicos que se estudian en los cursos, sin embargo, por inspiración de Jesús Misericordioso, el autor iba desarrollando una segunda obra continuación del “itinerario” que serviría como complemento. El Señor cuyos caminos son inescrutables va inspirando y señalando la vía por una senda diferente a la que piensa el fiel cristiano, de allí que ambas obras se fusionan en una sola dando origen al actual “Itinerario de la vida del católico” que es la base y fundamento del Programa de Perfeccionamiento Cristiano y de donde surgen el resto de los contenidos en los cursos ofrecidos por este Ministerio.

Cabe señalar que ambas versiones fueron presentadas para su consideración ante la Arquidiócesis de Maracaibo en Venezuela, la primera en 2005 y la segunda en 2008; el autor desconoce cuál fue el resultado de esa evaluación.

  ¡Jesús, confiamos en ti!

 Los Administradores

 (*) Gastón Pérez Urdaneta

Última modificación: sábado, 9 de marzo de 2019, 21:36